Yo me encontraba con mi amigo debatiendo sobre el cambio. Los dos estábamos de acuerdo con que uno cambiaba de pensamiento. Que la mutabilidad del mismo es constante. Por el contrario, no nos poníamos de acuerdo con el cambio en la persona en sí. Mientras que él sostenía que una persona como tal, no cambia en sus totalidad, yo afirmaba que uno es diferente todos los días, que una nueva persona aparece cada vez que nos despertamos.
Fue en este punto de la discusión que al tiempo le bajó la térmica. Los dos perdimos la vista. Dejamos de vernos a nosotros y a nuestro alrededor. Fueron un par de segundos, pero resultó una eternidad para nosotros que cuando recuperamos la vista, nos volvimos a ver y nos reconocimos.
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