Friday, August 31, 2007

Tirados

Amaba sus pies. Cada vez que se acostaban en la cama, ella se quedaba mirándolos mientras él descansaba. La forma redondeada de sus dedos, el corte perfecto de las uñas, las proporciones perfectas del talón. Simplemente la cautivaban. Podía pasar horas con la mirada recorriendo las perfectas curvas de las plantas del pie.

Tirados en la cama, ella pensaba en qué afortunada era. Mirando los pequeños vellos que crecían cerca de la uña del dedo gordo, imaginaba cómo habían llegado a eso. ¿Cuándo fue que pasó? ¿En qué momento logro conseguir llegar hasta ese momento?

Se preguntó si él realmente la quería. Si él también miraría su cuerpo como ella veía el de suyo. Buscó una respuesta.

Miró de nuevo sus pies. La forma arqueada, como de una garra, que habían adquirido después de que él cambiara de posición para dormir más cómodo, arrugó de tal forma la planta de los pies que formó una serie de líneas paralelas, como surcos de arados en el campo. Eran cinco líneas perfectas. No tenía ni un principio ni un final claro. No sabía si eran reales o no, pero ella creía verlas ahí.

Intentó cerrar los ojos. Acompasarse al sueño de él. Y no pudo. No le importaba si él la quería realmente. Sólo le importaba creer que él la quería. La simple ilusión, mantener la esperanza de que él sentía algo por ella la dejaba tranquila. “Acaso no es eso el amor”, pensó mientras volvía a mirar los surcos en las plantas de los pies, “creer que nos quieren”.

Cuestión de imagen

Hace un año que no me compro ropa. Y cuando digo no me compro ropa, me refiero a la acción de ir hasta un local o feria e intercambiar dinero por una prenda. Nada, ni una media. Se puede decir que mantengo un look de 2006 para atrás.

No recuerdo qué fue lo último que compré, pero estoy seguro de que no era tan importante como para acordarme.

Mi madre –principal fuente de vestimenta de un hombre promedio- también hace tiempo que no m compra nada. Igualmente, hace tiempo que le prohibí a mi madre comprarme cosas. Mi madre es la típica persona que viaja y te trae de regalo una remera que dice “Yo estuve en Santo Domingo”. O que cuando te regala algo, no es consciente de lo lejos que está de los gustos personales de uno. Es por eso que el único regalo que acepto de mi madre son calzoncillos.

Y sin embargo, a pesar de todo esto, sigo acá, con mi look del 2006 para atrás y me atrevo a decir, casi con rebeldía, que me siento un poco retro…

Thursday, August 30, 2007

Bitácora del capitán Rober Cook: los problemas de los polos

De mis viajes por el polo sur, he podido concluir varias cosas:

1- Si uno camina hacia al sur, tarde o temprano, terminará caminado hacia el norte. Varias expediciones se han perdido en busca de la dirección adecuanda. No conviene guiarse por los puntos cardinales si se está en la polo sur.

2- Al pararnos en el polo sur, no se puede hacer otra cosa que caminar hacia el norte. Es decir, no existe ni este ni oeste. Todos los conflictos culturales entre oriente y occidente son nulos, suenan lejanos y difíciles de entender.

3- En el polo sur, hace frío.

Sunday, August 26, 2007

El problema de la bombita

Se quemó la bombita de mi mesa de luz. Hasta acá parece un tema con una solución simple, pero para el funcionamiento de la casa, pérdidas como las de una bombita de luz determinan el quiebre del estatus quo.

Mi casa se maneja por distintos feudos (también conocidos como cuartos). Cada cuarto maneja sus reglas y las impone como quiere siempre y cuando no choquen con la de los otros feudos (por ejemplo: tirar una pared abajo para juntar dos feudos). Es decir que, todos los feudos que conviven en el mismo departamento, son independientes. Cada cual come en su feudo, cada cual estudia en su feudo, cada cual mira la tele en su feudo y cada cual duerme en su feudo (según mis estudios, esta última es la actividad más “normal”, las demás resultan excéntricas para extraños…).

Claro que todos los feudos sufren el control o la regulación de un Rey (en este caso, una reina, mi madre) pero a la hora de mantenimientos, cada uno tiene que ocuparse de sus cosas. Por eso, un tema tan básico como el cambio de una bombita de luz corresponde al amo del feudo y no al rey o reina.

Hace más de un mes que estaba sin la luz del techo. La bombita se quemó un día pero no le di importancia porque aún tenía la de la mesa de luz. Ahora, casi a oscuras (los días son nublados en esta época) escribo este post, tanteando las teclas, intentando distraerme en otra cosa. Pero yo sé, sólo yo sé, que tarde o temprano tendré que ir a comparar una bombita.

Sunday, August 19, 2007

Lista selecta de nombres árabes

Con mi mujer, como se dice ahora, estamos embarazados. Como siempre sucede en estas situaciones, el hombre toma el control completo de las actividades de la casa. Estos tiene sus ventajas y desventajas. Una de las desventajas son los mandados.

Haciendo una de las tantas compras en el supermercado, vi en la góndola de libros entre los de filosofía barata de Pablo Coelho y los de cocina de Gato Dumas, uno de esos libros con listas de nombres para futuros bebés. No dude en comprarlo, no sólo por el buen precio, sino también para mantener distraída a mi esposa de sus excéntricos antojos.

El capítulo doce del libro decía así:

XII Lista selecta de nombres árabes:

Al-cides (viene de inmigrantes de sudamérica)
Al-berto
Al-icia
Al-baca
Al-nonino (viene de famoso filósofo árabe)
Al-izar
Al-cachofa
Al-vino
AL-CA (viene de un viejo tratado saudí)
Al-arido
Al-mohada
Al-lá
Al-tillo
Al-ud
Al-fombra
Al-midón
Al-eman (viene de inmigrantes europeos)
Al-as pruebas me remito (viene de un viejo dicho árabe)
Al-gunos
Al-batros
Al-eatorio
Al-icate (viene de un elemento moderno para circuncidar uñas)
Al-ivio
Al-iniación
Al-pargata
Al-fin
Al-Gore (viene de un ex vice-jeque)
Al-imento
Al-revés
Al-imal (viene de una mezcla de árabe y chino)
Al-meja
Al-coba
Al-fil (viene de un juego pagano)
Al-quimia
Al-piste (viene de cominda tradicional de canarios)
Al-egría
Al-cagüete (viene de famoso áraba chupa medias)
Al-ucinación
Al-abanza
Al-pan pan, Al vino vino (viene de un viejo dicho árabe)
Al-partir un beso y una flor (viene de una famosa canción árabe)
Al-...

Al final, le pusimos María...

Saturday, August 18, 2007

Expiación

Alicia dio vuelta el frasco de cera sobre el trapo. Eran ya las siete de la mañana y el hall del edificio empezaba a tener actividad. Transitaba en su mayoría, los inquilinos que se dirigían a sus respectivos trabajos, pero no faltaban a veces las amantes que se durmieron y debían volver a casa.

El ascensor bajó por última vez a las 7:35. Alicia ya sabía quién era: Daniel. Ellos dos se llevaban muy bien. En realidad, no era más que una relación de un “hola y chau”, pero para ella con esto bastaba. Sus ojos azules, su pelo desalineado y su barba de dos días hacían temblar a Alicia. Cerró la reja del ascensor con fuerza y cruzó el hall a toda prisa sin saludar a Alicia. Ella ya lo sabía: estaba llegando tarde.

Con el pelo despeinado y el portafolio lleno de papeles, Daniel se sentó en su despacho y comenzó otra día de insoportable rutina. Al mediodía recibió la noticia: su madre había muerto.

Él y su madre habían tenido una relación muy particular. Desde que su padre los abandonó, cuando Daniel tenía apenas seis años, ella había sido todo lo que tenía. Sin hermanos ni abuelos, su madre ocupó un rol central en su vida. Fue su educación y dedicación. Cuando se graduó, la había abandonado y se había ido a vivir solo. “Necesito independizarme”, le dijo. Pasaba días sin verla pero ella lo llamaba rigurosamente todos los días.

Ahora frente al ataúd, frente a la espantosa corona de rosas que le habían regalados sus viejas amigas, había terminado esa independencia. Miró una y otra vez a las personas que lo rodeaban y se dio cuenta que nadie le debía tanto a su madre como él mismo. Que nunca le dijo realmente gracias. Nunca la miró a los ojos y le dijo todo lo orgulloso que estaba de ella. Todo lo que ella le había dado, todo eso que él necesito y que siempre se lo brindó, jamás se lo pudo agradecer.

Eran las ocho y Alicia esperaba en el hall, vestida con su uniforme, para abrirle la puerta a los inquilinos que regresaban o salían. Daniel volvió a las nueve y no intercambió palabras con ella. Pensó que capaz había tenido un mal día en la oficina y se dijo así misma, convencida, de que algún día juntaría energía para decirle todo lo que quería decir. Quizá sería mañana, quizá en meses. No sabía cuándo, pero sabía que lo iba hacer.

Estaban por ser las ocho de la mañana y Alicia había terminado de pasar la cera por el hall. Miró al ascensor pero no se movió. Daniel no bajó. Junto ánimos para ir a tocarle timbre. Sería una buena oportunidad para intercambiar palabras. ¿Quién sabe? Capaz que se había dormido y ella le salvaría el pellejo en el trabajo. Así “le debería una” y sería una perfecta excusa para salir. Pero se arrepintió a último momento. Esperaría un poco más.

Pasó una semana y no supo nada de él. Comenzó a sospechar de que pasaba algo.

Lecciones

La palabra auto-masturbarse es redundante.

Channel

Parecía que nunca iba a dejar de ver la televisión, pero de eso vivía Ernesto. Él era visualizador de uno de esos programas que se dedican a pasar lo que sucede en otros programas. Un círculo televisivo infinito.

La clave en este negocio es el canal que te toca visualizar. En este caso, como en la vida, Ernesto no tuvo suerte. La señal que tenía que ver todo el día para encontrar errores en sus programas era un canal de documentales. Si bien esto resultaba tremendamente educativo para Ernesto, todo lo que él podía sacar de ese canal nunca salía al aire, porque eran errores mínimos que en realidad a nadie le importaban.

Después de largas jornadas diarias de 14 horas, el fin de semana era descanso para él (todo el mundo sabe que los fines de semana no pasa nada en los canales de documentales). Lo único que tenía para hacer era o quedarse en su casa y ver la televisión, o salir.

Ernesto frecuentaba boliches. Intentaba encontrar a alguien que entendiera su vida, o que simplemente la cambiara. Empezó a darse cuenta de que cuando contaba de qué trabajaba, las mujeres no hacían otra cosa que rechazarlo. Por eso, y con ayuda de las lecciones del canal de documentales, lentamente se fue presentando como un famoso cazador de leones, como un reconocido explorador del amazonas o como un excéntrico biólogo marino. Ernesto hacía lo que siempre quiso hacer: ser otro...

Y bueno...

Caminaba tranquilo por la calle muy tranquilo cuando de repente siento de la nada “¡¡¡EIMB, SOS UN FACHO!!!”. Volteé para ver la sonrisa complice de Al nonino que iba en su bi-rodado. No puede hacer otra cosa que saludarlo con la clásica venia americana.

Sunday, August 12, 2007

Explotación de una generación blogera

Llegar a casa para Juan significa el alivio de doce horas. Después sabrá que tendrá unas pocas horas para comer y apenas siete horas para dormir para volver al estudio a las siete de la mañana.

Por lo general está solo. No es que no tenga a nadie. Su madre lo llama todos los días para ver si necesita comida. Su padre murió de cáncer hace años. Su ex novia lo visita de vez en cuando. Es algo casi tácito. Los dos se odian, pero al mismo tiempo se necesitan, cuando no hay nada más que hacer que perder el tiempo en la cama.

El microondas está sonando. La cena está lista. La luz que emite el televisor le permite ver lo que come. El pequeño living sirve de refugio para todas sus penas interiores. Una especie de fortaleza que lo reconforta. El solo hecho de saber que está ahí y no en otro lado lo narcotiza.

Los platos ya están lavados y queda poco tiempo para irse a dormir. Se acuesta en la cama a leer. Hay un libro de Mrozek en la mesa de luz. Pasadas las doce deja el libro y enciende la radio. Cierra los ojos. Nada los despertará salvo el despertador a las seis de la mañana.

Ecco

Necesito algo. Quiero que sea mío. El tiempo es mío. Dámelo. Yo quiero estar bien. Por favor, no seas egoísta. Tú puedes, yo puedo. Todos podemos. Es sólo cuestión de esperar. El tiempo es mío. El tiempo perdido. Lo quiero. Lo veo. Lo quiero tener. Soy feliz.
Necesito algo. Quiero que sea mío. El tiempo es mío. Dámelo. Yo quiero estar bien. Por favor, no seas egoísta. Tú puedes, yo puedo. Todos podemos. Es sólo cuestión de esperar. El tiempo es mío. El tiempo perdido. Lo quiero. Lo veo. Lo quiero tener. Soy feliz.

Incompleto

Se sentía cómodo con su grupo de amigos. Todos los fines de semana se juntaban a charlara de la vida y de sus aburridas rutinas en el trabajo. A pesar de las penurias, las cerveza de por medio parecía unir a ese grupo de amigos y él no podía esperar al fin de semana para encontrarse con ellos.

Un nuevo año comenzó y él comenzó a faltar a las reuniones. El trabajo en la oficina se hizo más insoportable y los fines de semana fueron dos días más de trabajo. Hablaba por teléfono con ciertos amigos del grupo, pero nunca pudo juntarse con todos. La charlas por teléfono se hicieron más frecuentes. Fue la única forma de enterarse lo que sucedía o cómo actuaban ciertos amigos a lo que él ya ni hablaba ni veía.

Los meses pasaron y él se empezó a dar cuenta de la soledad de su existencia. De repente, él sólo conocía a un par de amigos, nada más. Realmente sólo sabía de los amigos que hablaban por teléfono con él. Los demás, eran sólo un cuento de otro. La mayoría de sus amistades eran únicamente un comentario o una anécdota que le contó un amigo por teléfono. Todo lo que sabía de la mayoría de su grupos de amigos era a través de alguien.

Se dio cuenta de lo frágil de las amistades. De qué fácil se puede tener amigos o amigos virtuales. De cómo un recuerdo significa tanto. Pero que, al mismo tiempo, no son nada más que recuerdos y que esas memorias no hacían más que dinamitar su existencia.

Friday, August 10, 2007

La dictadura de las medias

Ya me cansé. El uso de las media en mi casa era casi anárquico. Existían en la vuelta como diez pares de medias. Esos pares las compartíamos mi hermano y yo.

Como suele suceder en temas de propiedad, la ambición domina al hombre. Así pues, los dos nos peleábamos por quién se quedaba con más medias en su cajón, para después usarlas. La pelea consistía en ir a buscar las medias al cajón de la ropa limpia y apropiarse de la mayor cantidad posible de medias así después no sufrir una escasez de las mismas en nuestros respectivos cajones.

Pero todo se terminó un día. Decidí comprarme mis propios pares de medias y marcarlos con mi nombre para que no hubiese confusiones. Terminé con la subversión.

Todos nos ponemos medio fachos a veces. No puedo esperar a ver su reacción cuando vea el cajón de la ropa limpia.

Wednesday, August 8, 2007

La gran obra

El cartel del teatro decía: “GRAN ESTRENO: 24 horas en la vida de Charles Flemound”. Su director y creador, George Marante, se jactaba de que está obra representaba en momento cumbre de su carrera y de nada parecido había pisado las tablas.

Las localidades se agotaron rápido. El teatro se colmó de gente. Pasaron dos minutos de las nueve de la noche y se estrenó la obra.

La primera hora se había hecho llevadera para todos los espectadores, pero a la tercera hora la gente se empezó a levantar de sus asientos. Algunos para ir al baño. Los demás, para irse. Finalmente, ya habían pasado más de doce horas y el teatro estaba vacío.

La obra fue un fracaso. La razón: la gente va al teatro porque le queda algún tiempo libre, pero veinticuatro horas es mucho tiempo que desperdiciar.

Thursday, August 2, 2007

Importado

Salí de la tienda con la máquina para ver el pasado inmediato. Me daba igual tenerla o no, pero como un amigo me había regalado una licuadora (¿qué hombre no tiene una licuadora en su casa?) decidí cambiarla por algo que yo no tenía.

El principal problema de mi Maquina de ver el pasado inmediato fue la imposibilidad de ver más de dos veces el pasado inmediato. Al ver por primera vez el pequeño monitor del artefacto, no tenía problema de mirar lo que había sucedido hace a penas unos segundos. Pero al intentar verlo de nuevo, lo único que podía ver era a mí mismo viendo lo que había sucedido hace algunos segundos (que para ese instante ya eran unos minutos).

Devolví de inmediato el aparato con una carta de queja. Es el problema de comprar cosas fabricadas en china.