Wednesday, August 30, 2006

Dislexia

“Opa opa” dirá el lector “¡Se picó el blog!”. No, no. Nada de eso. Por ahora no
he caído tan bajo de subir fotos de minas calenturientas para conseguir
adeptos…, por ahora.


Sufro de una especie de dislexia, dejando de lado mis dificultades para hablar (más bien problemas de dicción y un dejo de seseo) o mi problema para leer en voz alta (más nervios que otra cosa), que no me permite distinguir entre ciertos fenómenos de la sociedad.

Así pues este mal que me aqueja no me permite distinguir bien entre Dustin Hoffman y Robert De Niro, sé bien quién es quién, pero si lo digo así al aire me tengo que tomar unos segundo para hacer una imagen mental de cada uno; también se me complica con George Orwel y Orson Wells, simpre me los confundo y le atribuyo a Wells afirmaciones que Orwel hizo en “1984”.

Pero la peor sin dudas es confundir el “Tire” por el “Empuje”. En este último el problema que tengo nunca pienso bien que tengo que hacer, es por eso, antes de llegar a una puerta que dice “Empuje”-o “Tire”- tengo que razonar qué es cada cosa –haciéndome la imagen mental de qué es tirar-. Muy grave, pero sé que no soy el único.

Pero dejando de lado mi limitaciones mentales, también podemos encontrar “versiones disléxicas” en carne y hueso. Así pues, por dar un ejemplo, Sandra Bullock es la versión disléxica de Julia Roberts, ¿un clon que salió fallado? ¿un intento fallido de imitación? ¿Faltó un gen para que sean iguales? Esa conclusión, se las dejo a ustedes.

Sunday, August 27, 2006

Señales

Advertencia, el siguiente comentario no tiene nada que ver con esa patética película de Mel Gibson en la que un macaco verde se mete en la casa y él le da de bomba con un bate de béisbol. Así que reclínese y relájese…, y si no tiene nada que hacer, lea tranquilo el comentario.

El hombre, y estoy hablando del ser parlante, a pesar de tener ese don que algunos no dominan tan bien, el hablar, necesita incansablemente del uso de gestos por fuera de ese elaborado sistema de fonemas complejos, para transmitir algo.

Así pues, inventamos cosas como el dedo mayor. ¿Cuál es el problema con este dedo? ¿Qué tiene de malo? Enserio. No es nada agresivo. No le veo nada amenazante. Es un dedo más. Ah, perdón…, es el dedo que está en el medio. Como si eso fuera algo relevante. Acaso alguna familia con tres hermanos al del medio le cumplen todos los caprichos y a los de afuera no…, total, ¡es el del medio! (ejemplo exagerado para resaltar la idea estúpido de considerar al dedo del medio como algo insultante).

Sin embargo, cada vez que nos hacen algo que nos molesta, jode, perturba, enoja, ofusca, molesta…, (sonido chicharra) “repitió, repitió”. Perdón Silvio. A lo que iba es que, cada vez que no tenemos la chance de dedicarle a alguien una buena puteada, ya sea porque es sordo (1) o porque no se nos ocurre nada más inteligente que “puto”, usamos el dedo. Y esta persona, que recibe “el dedo” debe sentirse ofendida, humillada y deprimida. ¡Vamos!, es un dedo.

Pero acá no termina este sistema elaborado de códigos. También inventamos el famoso “pedido de cuenta”. Una especie de firma al aire en donde dejamos en claro que no queremos gastar más y queremos irnos de una vez. Ahora, a diferencia del “dedo del medio” he notado que la gente se siente importante haciendo esta señal. Como si estuvieran firmando un decreto o un tratado de libre comercio con Estados Unidos. La gente le pone esmero al escribir al aire, y llega a hacer elaboradas redacciones, complicados sonetos y espinosas historias de amor y odio. Y debo decir que yo también me siento importante con la firma al aire.

- Así es mi amor, yo te traje acá y yo pago – le dije. Respiré hondo y le grite al mozo-. ¡Mozo! - hice una firma rara en el aire. No fue la firma de la declaratoria de independencia, no fue uno de los versos más tristes de esa noche, fue un “cerrá la mesa ¡ya!, porque por este bagarto que tengo enfrente no pongo un peso más”.


1 – Ser sordo no es una razón para putear a una persona, lea el final de la frase y se enterará de qué se trata.

Saturday, August 26, 2006

Toque timbre para bajar

Subo las escaleras y ahí está, esperándome con su cara de culo de costumbre, como si me estuviera haciendo un favor.

Si hay alguien por quien desarrollo un odio incontrolable es por el guarda de ómnibus. No me pregunten por qué. Capaz que de chico un guarda me pegó, o abuso de algún familiar mío, no sé. El tema es que me caen realmente mal.

Es posiblemente la profesión más al pedo que existe en todo el mundo. La tarea diaria de este ser se reduce a sentarse en el asiento más cómodo del ómnibus a cortar papelitos, nada más. Se sientan es su especié de torre de babel acolchonada a mojar el dedo en una esponja y cortar papelitos.

Estos muchachos tiene habilidades increíbles, hacen malabares dentro del cuatro ruedas. Entre sus especialidades se encuentran: devolverte el cambio con cara de culo; darte el cambio en monedas de 0,50; no darte el cambio porque se quedó sin monedas; gritar “al fondo que hay lugar”; no escuchar el timbre y hacerte bajar una parada después; doblar los billetes para que después en un futuro estos se hagan mierda (porque es así); y escuchar Petinatti.

Para peor, tiene esa extraña costumbre de dejarse crecer la uña del dedo gordo para que la práctica más que delicada que desarrollan a diario (cortar un boletito) se desarrollada como se debe.

Pero ahora llega el “boleto inteligente”. Si, hasta la Intendencia se da cuenta de que escasea la inteligencia a estos seres (sí, realmente los odio). Pues ahora tendremos una tarjeta que es más inteligente que el propio guarda. Ahora tendremos que entregarles una tarjeta a estos obesos señores y estos las pasarán por una maquinita, nada más. Menudo trabajo.

Eso si, por lo menos ahora se cortarán esa uña del dedo gordo, o se la comerán…, la uña...

Ese enterito amarillo

No sé por qué, pero cada vez que veo Kill Bill me viene a la mente la esbelta y perfecta figura de April O´Neil, la reportera de las Tortugas Ninjas, a la cual le habría dedicado unas cuantas, lástima que sólo tenía ocho.

Siempre quise meterme en ese enterito. No sé. Quizá lo que más me llamaba de ella era que lo llevaba a todos lados. Entonces creía que el mismo estaba impregnado de su sudor hermoso. No recababa en el detalle de que, como todo dibujo animado, tenía un guarda ropas lleno de enteritos amarrillos.

Si es momento de confesarse, por qué no sé, no me confesé nunca y ni idea de porque ahora si; quiero decir que ella fue mi primer gran amor. Nada de minita de escuela ni experimentos raros de besitos o mejor dicho piquitos. Mi primera novia fue April O´Neil, y como casi todas mis novias, no tenía la menor idea de que lo era.

Sé que con esta confesión quedaré como un pastrana. Se los aseguro, por más que intente, mi situación con las minas es muy difícil de cambiar, así que una gota más no derrama el vaso (¿qué vaso?).

He dicho,
Nacho
> Foto: Tenía un muñeco de ella (que no es lo mismo que decir que ella tenía un muñeco), ¡qué linda que era...!
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¡Ah!, ahora eimb está en blogspot. ¿Por qué? Porque blogspot paga al día, no como los giles de los spaces. De todas formas el artículo es viejo, como todos los que se publicarán.