Si se quiere pasar desapercibido en un ómnibus, jamás se debe decir la palabra amor. El
guarda gritó amor a una transeúnte, y todos le miramos con desprecio. La chica del último asiento atendió su celular diciendo amor, y todos nos dimos vuelta. La pareja que se sentó delante de mí se trató de amor, y el ómnibus se sintió incómodo. Yo me bajé en mi parada convencido de que nadie recordaría mi presencia.
1 comment:
Un espacio para el desamor.
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