El parlamento autónomo de Marea permanecía en sesión el primero de mayo. La medida se tomó hace medio siglo cuando los parlamentarios decidieron mostrarle al pueblo que están abocados a la comunidad todo el tiempo (cosa que no sucedía ni en navidad ni en fin de año cuando permanecía cerrado). Lo cierto es que el primero de mayo nadie iba al parlamento. Edmundo Amorín Ray era el único diputado que asistía en esa fecha (por ser él de la vieja escuela). Cansado de presenciar solo una sesión que era, en consecuencia, dictada por el mismo, Amorín Ray promulgó una ley producto tanto de su aburrimiento en la banca como de su senilidad severa.
Fue así que a partir de ese primero de mayo, todas las personas desempleadas del país ocuparían por ese día los lugares abandonados, decía él, “por el merecido descanso de los trabajadores, no así de los senadores”. Puestos de diarios, carros de chorizos, estaciones de nafta, bancas parlamentarias entre otros rubros caerían durante un día bajo las manos de gente que durante todo el año no hacía nada. Amorín Ray, orgulloso de su proyecto de ley (que rompió todo Record Guiness de redacción, discusión, sanción, promulgación y publicación), sentenció que esta sería una brillante oportunidad para que la gente ociosa entendiera qué hacen los demás el resto del año.
El dos de mayo, cuando los otros disputados se encontraron con el proyecto del veterano político, una fuerte discusión se zanjó en la cámara. Como todo debate parlamentario, el tema se desvió de foco y sólo quedó esperar al año que viene a que los desempleados tuvieran su oportunidad.
El primero de mayo del siguiente año amaneció con algunos problemas. Los diarieros desempleados, que se habían despertado hacía rato, protestaban porque no tenían nada que hacer, puesto que como era primero de mayo, no había prensa escrita, es decir que, su rutina no variaba en lo absoluto a lo que hacían el resto del año. Los bancos presentaron interminables colas de jubilados que no fueron atendidos por los funcionarios que se dedicaron todo el día (los más honestos) a jugar a la guerra de billetes. Otros servicios como las estaciones de nafta o supermercados permanecieron cerrados hasta las tres de la tarde. Los funcionarios desempleados argumentaron que era primero de mayo y que nadie se iba a levantar temprano a comprar pan. Curiosamente el transporte público, ómnibus y trenes, cumplieron rigurosamente sus horarios y recorridos y llegaron siempre en hora. Pero el caos más grande se dio en el parlamento. Leyes como “No despertarse antes de las once” o “Doritos gratis para todo el mundo” fueron aprobadas con mayor rapidez aún que la ley de Amorín Ray.
Finalmente, una resolución del presidente (que en el comienzo de su discurso en cadena nacional tuvo que aclarar que no era un desempleado), disolvió el parlamento autónomo de Marea por ese día tomando el control de la situación y declarando el estado de sitio. El presidente sentenció en una parte del discurso que, “a pesar de lo que todos pensemos, un desocupado va a ser siempre un desocupado”.
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