Sunday, April 12, 2009

Toto

Nunca entendí por qué a la gente le gusta sacarse fotos con famosos. Y cuando digo gente, me incluyo, aunque no lo parezca. Esa necesidad imperiosa porque se documente el contacto con el mundo farandulero para mí no tiene una explicación lógica.

Quizá el origen de tal morboso acto sea el simple hecho de demostrar que esa persona a la que se admira realmente es de carne y hueso y que por lo menos pasó treinta segundos de su vida con un mortal como nosotros. Puede que se esconda un tema más de fondo, que implique un análisis psicológico de lo decadente de la existencia de la persona que pide la foto, análisis al que no me gustaría entrar para ni herir susceptibilidades, propias o ajenas.

Me cuesta encontrar una razón contundente para explicar por qué queremos conservar una fotografía con una persona con la cual nunca hablamos en nuestra vida… Si defiendo firmemente el filo barato. Esa gente que por un minuto se hacen pasar por fanáticos de algún famoso y lo halagan hasta más no poder. ¿Hasta qué punto puede llegar ese filo barato? En el corcho de mi cuarto conservo un autógrafo del inefable Jorge “toto” Da Silveira…

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