
El diablo se fue alegre con su caramelo semi sólido caminado por la vereda cuando un grupo de chiquillos le detuvieron. No pudo oponerse, pues son las reglas, y tuvo que entregarles ese mismo caramelo que minutos antes había obtenido con gallarda actitud.
Los pequeños, con mucha alegría, continuaron su camino hasta que se toparon con un grandulón disfrazado de pancho. El embutido reclamo su paga, pues son las reglas, y los chiquillos cedieron el reciente premio.
Al final de la cuadra, el pancho se encontró conmigo, que había adelantado mis pasos y contemplado la escena con cierto dejo de incomprensión. Con el pelo desarreglado y los pantalones rotos improvisé un disfraz y reclamé mi parte. Sin dudarlo, pues son las reglas, el pancho me devolvió el caramelo que ya había perdido su forma original, parte por el calor parte por el manoseo. Señores, les presento el libre mercado…
1 comment:
Adorado...lo veia mientras lo leia y eso es mucho.
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