Las discusión entre estos dos viejos amigos comenzó en un viaje de tren, en una de las tantas conferencias que se cruzaron. Continuó por correo, puesto que los dos estaban deseosos de esgrimir argumentos y más aún de recibir respuestas.
Años después encontré, entre el montón de cajas con polvo que guardaba el difunto Padre Marcos, una etiquetada con el nombre “Mario Menéndez Aparaín”. Escuché varias veces al religioso hablar de sus réplicas con don Mario, pero nunca había podido acceder a ninguna de esas cartas.
La complejidad de la discusión no tenía un inicio concreto, puesto que el real debate comenzó en aquellos trenes por las sierras de Bolivia, pero sólo una carta contenía varios temas o respuestas a una carta anterior. También la discusión se hacía incompleta porque sólo se tenía las respuestas de don Mario y apenas en algunas líneas citaba afirmaciones del Padre Marcos. Aparecía el planteamiento de la santidad de Jesús, si había sido realmente hijo de Dios, o si eso era un afirmación posterior a su muerte; don Mario citaba largas líneas de versos apócrifos y discutía los orígenes de José y su viaje a Egipto; Judas era visto como una obra del destino y no como un pecado.
Una de las últimas respuestas de don Mario se refería a la intangibilidad. Sostenía que, contrariamente a lo que afirmaba el Padre Marcos, resulta imposible sostener postulados científicos sin la fe. “Sería muy difícil afirmar la existencia del plantea Marte”, decía don Marcos, “sin que el colectivo científico tuviera fe en esa afirmación”. Defendía que el tratamiento de lo intangible, en todos los campos, requiere un exclusivo uso de la fe. No se puede tratar nada que no está a nuestro alcance si no creemos en ello o en los que nos plantean. “De lo contrario, querido amigo”, cerraba la carta, “nada de lo nuestro sería posible”.
1 comment:
Un amigo mío dice que la ciencia es una brujería moderna con hechiceros de confianza. (Él es químico).
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