Tuesday, April 17, 2007

Reflexivo

La lluvia me mojaba toda la ropa. Las gotas corrían por mí como si fuera una cascada. El clima estaba pesado. Era tarde, muy tarde. La oscuridad hacía imposible ver más allá de cinco metros y sólo las luces de los faroles de la calle me hacían sentir vidente.

Cuando ya perdía toda esperanza de sentirme alguien, apareció caminado hacia mí una figura. A medida que se fue acercando fui configurando su aspecto. Su gabardina negra paraba las pocas gotas que su paraguas no podía evitar. “Se acerca a mí”, pensé. Su rostro de piedra se detuvo a pocas baldosas de mí. Me miró con sus ojos oscuros, fríos y enormes. Casi si respirar y con un tono solemne dijo: “no hay mormones sin bicicletas”.

2 comments:

Al Nonino said...

Si ando en bicicleta, ¿soy mormón?

Anonymous said...

Dios mío, ¡viste a Humphrey Bogart!