
Cuando ya perdía toda esperanza de sentirme alguien, apareció caminado hacia mí una figura. A medida que se fue acercando fui configurando su aspecto. Su gabardina negra paraba las pocas gotas que su paraguas no podía evitar. “Se acerca a mí”, pensé. Su rostro de piedra se detuvo a pocas baldosas de mí. Me miró con sus ojos oscuros, fríos y enormes. Casi si respirar y con un tono solemne dijo: “no hay mormones sin bicicletas”.
2 comments:
Si ando en bicicleta, ¿soy mormón?
Dios mío, ¡viste a Humphrey Bogart!
Post a Comment