La última casa del barrio era la del señor Carriquiri. Los dos boy scouts se encontraron en la esquina. El sol de enero les quemaba la cabeza. Uno pertenecía a la agrupación Nuestra Señora No Toma Cidra ni los fines de semana y el otro a la reconocida institución Santas Señoras adoratrices del pan con grasa.
Se miraron. Los dos sabían que la del señor Carriquiri era la última casa por visitar. También sabían que el señor Carriquiri compraba una caja de galletas todos los años, pero sólo a un grupo de boy scouts. El dinero recaudado con la venta de las cajas de galletas iría para lograr el tan anisado viaje a Las toscas que hacen anualmente los grupos.
Caminaron hacia la puerta mirándose fijamente.
- Es mío- dijo uno.
- Ni lo sueñes adorador de bizcochos- refunfuño el otro mientras, y en un movimiento muy rápido, le clavo en el pecho su pint de “mejor armador de carapas en condiciones meteorológicas adversas” que tenía en su banda.
- ¡Ah!- gritó con todo dolor el pan grasero-, maldito amante de las bebidas espumeantes…
- ¡Jamás, va contra nuestros mandamientos!
El pan grasero tomó su banda con pints y empezó a ahorcar al opositor de cidras. Todo iba en cámara lenta. Los dos niños se revolcaban por el jardín del frente de la casa del señor Carriquiri. Estaban llenos de pasto por todos lados y sus uniformes se llenaban de manchas verdes. Uno apuñalaba a su enemigo con toda su fuerza con un pint, mientras que el otro ahorcaba a su rival con su banda de pints.
El opositor de cidras comenzó a ponerse morado. No pudo seguir apuñalando al pan grasero. Comenzó a manotear a todos lados intentando conseguir algo que le pueda servir de arma. Su mano encontró una maderita floja en la cerca de rosas del cantero frontal. Tiró de la tabla con la fuerza que le quedaba y logró arrancarla. Abanicó lo más que pudo y golpeó la cabeza del pan grasero. Éste comenzó a aflojar la “horca”.
Golpe a golpe, al pan grasero le comenzó a sangrar la cabeza. Parecía que estaba vencido. El cuello dejó de apretarle al opositor de cidras. El pan grasero comenzó bajar la cabeza y el opositor de cidras terminó con los golpes.
Estaban los dos tirados en la gramilla, llenos de pasto en el pelo y en la ropa. Uno yacía medio inconsciente en el pasto. El otro se recuperaba lentamente.
Ya de pie, el opositor de cidras se dirigió hasta la puerta del señor Carriquiri, nada podría detenerlo. Se encontraba a 50 metros de la puerta cuando escucho por su espalda: “¡¡¡¡la cidra que te parió!!!!”. El pan grasero había clavado su navaja swiss army boy scout edition en la espalda del opositor de cidras. Cayó seco al piso.
Con el camino libre, el pan grasero tocó timbre. Esperó. Tocó de nuevo. No hubo respuesta. Espero diez minutos hasta que se dio cuenta de que había una pequeña nota en la puerta: “No estoy por un mes. Me fui de vacaciones”.
8 comments:
Homenaje a "Herge" y a su historieta Tin Tin. Gigante.
Brillante. Me paro y aplaudo.
La segunda es una caricatura de Hergé?. Muy buena historia.
Creo que con este cuento y el del "Sr.Gutierrez" podes arrancar un libro nachito. Ponete las pilas y puede salir. Abrazo. Suerte en la Aguada!
Podrías haber hecho algo más corto no? Capaz que algun día lo leo...
Podrías haber dejado tu nombre así mi puteada era más directa. También yo podría haber censurado tu comentario pero ta, me embola y no sé cómo se hace. Me molestan los anónimos, y más cuando putean o hacen buenas historias y no se llevan el crédito.
Después de presumir tanto tiempo de ser Eimb El Breve, ¿ahora agarras a Tintín y te largas a escribir? No olvidaré esto en marzo, no.
Abrazo.
Bueno, por lo menos el agravio no fue anónimo. No sé si soy breve, pero sé que la historia necesitaba ser larga.
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