Tuesday, August 12, 2008

Primera noche

Los gritos de los soldados resonaron en los estrechos corredores. Todo era gris en el cuarto. Mi madre nos dio una miga de pan a cada uno. Mi padre nos besó en la frente y nos pidió que tragáramos. Yo fui el último en deglutir la miga. Me costó pasar por la garganta el grueso bocado. Hice fuerza y finalmente sentí el peso en el estómago. Miré a mi hermana y le dije que la quería. Mi abuela hizo el esfuerzo y no pudo tragar. ¿Y si nos escapáramos? ¿Y si existiera alguna forma de irnos de aquí? Sería posible encontrar una cloaca y escapar entre la mierda. Podríamos huir junto con las ratas. Llegar hasta el campo y luego, con los amigos de mi padre, escapar del país. Comenzaríamos de nuevo. Viviríamos en el campo. Yo me ocuparía de las vacas y ayudaría a mi padre con el trabajo de carpintería. Mi madre trabajaría con mi hermana tejiendo ropa. Mi abuela las supervisaría. Pasaríamos el domingo juntos, hablando de cómo nuestras vidas son mejores y de cómo nunca volveremos. Cenaríamos un gran pollo asado. Tomando jugo de naranja. Jugo de naranja. Justo cuando mi madre me servía jugo, el primer soldado entró a la habitación.

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