Me senté a ordeñar la vaca como todas las mañanas. El frío era común para esa hora de la mañana. Apenas puse mis manos en su ubre la vaca protestó.
- ¿Qué te piensas que haces?
- Pues…, lo del todos los días…
- ¡Ah no! Viste el frío que hace. Por lo menos frótate las manos un poco, como gentileza.
- Puedo ponerme guantes si quieres…
- Le quitas toda la emoción…
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