Friday, September 14, 2007

Sapiencia

Me ha sucedido más de una vez, y ésta no fue la excepción. Cuando voy a ver un filme uruguayo (rodado en Uruguay) se genera en el entorno, y hasta en mis propios acompañantes, el mismo comentario.  Un murmullo continuo de  “mira, eso es en…”, “esto lo filmaron en…”, y así. En la sala comienza una lucha encarnizada por ver quién adivina 
primero el lugar en donde se filmó la escena que están proyectando. Por eso, cuando fui a ver La Cáscara, la situación no me tomó por sorpresa.



Apenas comenzaron a proyectar las primeras imágenes, se desató la competencia entre conocidos y ajenos. Mi acompañante, que demostró conocer bastante la ciudad (la mayoría de las locaciones de la película eran en Montevideo), fue a la cabeza del resto. Escupía zonas de Montevideo a cada minuto. “Prado, Golf, Puerto, Centro…”. Escupía barrios de Montevideo como un futbolista escupe saliva. Yo, como otros acompañantes de la sala que detestaban esto, asentí a cada zona como si me estuviera dando una clase sobre el genoma humano.

Parece que cierta gente, cuando va a ver cine uruguayo, se concentra más en ver en qué zona de la ciudad se filmó la película que en la trama misma del filme. Como si realmente importara demostrar que uno conoce realmente a su país, o en este caso, su ciudad. Me gustaría saber si un siciliano hace lo mismo cada vez que ve Il postino o un neoyorquino con Un Argentino en Nueva York.

Por supuesto, la película seguió corriendo  y yo también me terminé sumando a la competencia. No porque me interese participar de ese juego o para ganar la competencia, sino para demostrar que yo también conozco a mi ciudad.

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