Lo único que me molesta de los días de lluvia es cuando salgo a caminar y piso una baldosa floja.
Como Montevideo todas las veredas tiene el mismo y aburrido diseño de baldosa (varía muy poco, en especial, en el estilo de canaleta), es inevitable no transitar una vereda sin que haya baldosas.
También es imposible no encontrarse con una baldosa floja. Apenas uno las pisa, se acciona un mecanismo, como si estuviéramos apretando un botón de “power”, y una cantidad exacta de agua salta inmediatamente y termina en la parte más indefensa del calzado, en “el techito”.
Es imposible no encontrarse con un sorete de perro también, pero de eso hablaremos luego.
Foto: Yo pisando una baldosa, exponiendome al riesgo puro sólo para lograr una toma para el blog. Al costado la pata de mi perro, que parece querer pisar la baldosa también.
3 comments:
odio que pase eso. Que pero tenes?
Para salir contigo julia no tendría ningún pero(jo jo). Si me preguntas por el perro, es un labrador crema.
Son la versión charrúa de las minas antipersona.
Adelantándome a la de los "soretes"... ¿Conoces el caso de los "soretes" rodantes? Tienen mucho peligro.
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