Saturday, November 17, 2007

El arquitecto Linberg

Al Arquitecto Linberg, miembro del Partido Comunista Uruguayo, le fue encargada la monumental obra. No sólo por su fidelidad eterna a las causas del proletariado sino también por insistencia propia de Linberg.

Él había pensado que la única forma de glorificar al partido era construir un sede que representara el real poderío comunista en el mundo. La nueva sede debía unificar al comunismo y reducirlo a una máxima, la expresión definitiva, un resumen absoluto de la militancia.

Después de días de estudio, el Arquitecto había elaborado sus primero borradores. La sede tendría una lógica circular. Siempre se tendría que caminar hacia el mismo lado para llegar a donde se quiera. Linberg resolvió que la única forma de avanzar dentro de la sede del partido sería hacia la izquierda.

La entrada, estaría ubicada a la izquierda de la fachada. Linberg argumentó que muchos dirían que en realidad la entrada se encuentra a la derecha. Para eso dejó en claro que la entrada está ubicada a la izquierda de la sede y no a la izquierda de la persona que mira la sede. Al pasar la entrada se encuentra a un largo corredor al que llamó “El camino del conocimiento”. A través de este largo corredor, de aproximadamente 100 metros, se llega a una puerta ubicada a la izquierda de ese mismo corredor. A partir de ahí, comienza el camino circular que va recorriendo toda la sede y que va obligando a quien quiera entrar a un salón tenga que doblar a la izquierda. Desde la recepción, las salas de congresos y hasta los baños. Para acceder a todo eso era necesario doblar a la izquierda.

El principal problema que se le planteó a Linberg fue la salida, puesto que si se quería hacer una puerta de salida, inevitablemente se iba a tener que doblar a la derecha. Lo resolvió de manera muy simple. Diseño otro cuarto más, con dos puertas. El que entraba a este cuarto (por la izquierda) debía salir nuevamente por la izquierda, es decir, por la otra puerta. Colocó el cuarto dentro del edificio de tal forma que cuando se salía por la segunda puerta (que también daba al corredor circular) se terminaba enfrentado a otra puerta que daba al exterior. La única forma de acceder a esa puerta era previamente entrando al cuarto, ya que no se podía doblar a la derecha en el corredor. Lo único que se tenía que hacer era caminar un par de pasos y ya se estaba afuera. A ese pequeño espacio le llamó “La reflexión final”.


La honorable asamblea rechazó los planos de Linberg. Argumentaron que lo único que hacía el ambicioso diseño del arquitecto era resaltar aún más las diferencias dentro del partido, los laberintos ideológicos entre las distintas corrientes, los problemas de entendimiento entre los propios miembros del partido y lo que es todavía peor: lo difícil que es de encontrarle una salida al comunismo.

1 comment:

eresfea said...

Delikatessen.