Dejé caer mi oreja en el barril y el ruido del agua comenzó a hacer vibrar mi tímpano. Las ondas uniformes se desperdigaron como lo hacen las ondas de un radar eléctrico. El agua sonó como nunca. Podía sentir lentamente como pequeñas gotas se colaban por el agujero de mi oído en cada nuevo abanico de ondas. Y de repente. Así como si nada. Todo quedó en silencio.
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