
El martes fue la última clase con
él. Lo que más extrañaré no será las bromas sobre la grilla televisiva, la crítica sobre el periodismo, o sobre las publicidades locales. Eso puede seguir. Lo que más extrañaré sin dudas es ese nivel
monocorde de su voz, hablando muy bajo, en tono de sermón de amigo, reflexivo y sincero, cada vez que corregía los errores en mis prácticas (habituales, claro). ¿Y ahora qué hacemos?