- ¿Muerde? – preguntó el cartero.
Yo miré a mi perro y soñé con la respuesta ideal. “Sí, odia a los carteros”. Todos los perros odian a los carteros. Quizás no logran reprimir lo que todo ser humano mortal contiene.
- No muerdo, no – se adelantó mi perro.
- Pero… - no pude seguir, mi perro siguió hablando.
- Callate que estoy esperando mi muestra gratis de la nueva ración Pedigree con sabor a calamar… - dijo mientras ojeaba las cartas-. Mierda, son todas para vos. Me voy a mear.
Mi perro no es uno de esos.
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